María, Madre del Consuelo, que consolaste a Santa Mónica, dándole la inmensa alegría de ver el triunfo de la gracia en la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín; se también nuestro consuelo y danos el gozo de ver a nuestros hijos firmes en la Fe que sembramos en sus almas. Y si alguno se ha desviado, danos la alegría de verlos retomar a la Fe, desde la que, con plena confianza, esperamos la realización definitiva de nuestro ideal.
Señor: Concédenos que, imitando a Santa Mónica, sepamos vivir como ella nuestra Fe con plana delicadeza. Y que, como ella, sepamos influir sobre la Fe de todos nuestros hijos, de tal modo que algún día tengamos el gozo inmenso de verlos junto con nosotras en tu gloria por toda la eternidad. Así sea. (Con las debidas licencias.)